Básicamente, se tratan de servicios de barucho sin taza, bidé ni papel. Me refiero a las pintadas de las paredes y el aspecto lúgubremente sórdido. Los nombres de todos los orgullosos grupos que han pasado por allí (cuanto más grande la pintada, más mierder el grupo) te miran desde los muros como pinturas rupestres aburridas y pasadas de moda en apenas unos meses. Por supuesto, no pueden faltar las pichas por doquier y en todos sus diferentes formatos, ya sea como falo amenazante, simpática con piececillos hueveriles o simple testigo de la hombría de un bajista. Como ejemplo, el botón de repuesto de la chaqueta que te viene en el bolsillo y que siempre se acaba perdiendo:
Se supone que estos sitios son como Las Vegas, lo que ocurre en ellos se queda en ellos, pero qué pijo, ¡unas fotos de pichas siempre suben las visitas!
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