Por todos es conocida la afición de los Ed Wood Lovers a dicho crustáceo. Las nombran en sus canciones (óigase “Yo ser como yo”), las asaltan por la calle y se retratan con ellas, hacen fake portadas con el siempre socorrido Paint con un ataque de gambas e incluso habían escrito un guión para un videoclip donde ellas son las protagonistas.
Cuando nos referimos a gambas ahí también entran los langostinos, langostas, los rojos (esos gambones gigantes que te ponen en las bodas y que cuando los descabezas te dejan la camisa hecha un cristo) cigalas y toda esa suerte de bichos de apariencia un tanto extraterrestre.
Pues sí amigos, si nos gustan es por su rico sabor tanto solas como acompañando suntuosas paellas o arroces negros (plato preferido de los EWL dónde los haya). Amén del susodicho aspecto alienígena de las mismas y también lo divertido que resulta juguetear con los exoesqueletos de los animales una vez degustado su interior.
Pero sin embargo yo os venía a hablar de lo más interesante que nos suscita el tema gambil, es la eterna disyunción “chupar (o no) la cabeza de la gamba” eso es algo a lo que merece prestar atención y que genera mucho fanatismo, tensiones entre colectivos, etnias, grupos religiosos y un sinfín de divisiones y subdivisiones en que se organizan los humanos (o humanoides). Y es que en verdad, no es una cuestión banal.
Los que chupan la cabeza de la gamba alegan el rico sabor que se extrae de ella (sin pensar siquiera que lo que extraen son todas sus vísceras y pequeño cerebro), a la vez que evitan mancharse (al llevar a cabo dicha acción en el momento del descabece) y además que eso les da un aspecto más campechano, así de pueblo, que para ellos lo de dejarse la cabeza es muy fino…
Los que no chupan la cabeza son un poco más estirados. Ellos alegan que, claro, ahí es donde está toda la “gorrinería” de la gamba y es menos aristocrático que la blanca carne del cuerpo. Pero claro, ignoran que esa parte es la que más sabor da a sus amadas paellas fideuases, caldos de pescado y demás cosas ricas. Estas personas, si son finas y pelan la gamba con cuchillo y tenedor, pueden evitar los salpicones de vísceras gambiles más peligrosos, pero si además de no chupar la cabeza la guillotinan a mano y sin cuidado pues arruinarán su mejor gala de boda sin remedio.
Bueno, ahí os he expuesto la cuestión. Ahora sois vosotros los que decidís. Pero eso sí, si tomáis una determinación habéis de ser fieles hasta el final, si no el ataque de las gambas espaciales caerá sobre vuestras atormentadas e indecisas mentes.
Ah, muchas gracias a Mari Carmen por la maravillosa foto del convite de la boda de su prima.
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